27.9.10
- Buscando tu boca en otra boca -
Los vasos cuentan que tomé de más
Pero todavía ella no se calla
¿Tu nombre era?
Disimulemos que no importa
¿Acaso pensas que esta es mi risa?
Porque no viste como me río cuando...
¿Ya puedo poner mi mano en tu cintura?
¿Ya es la hora en que te miento?
¿Puedo besarte el cuello?
¿Ya puedo pretender que te quiero?
Borracha, loca, tonta
Linda, ronca, sola.
Herida, rota, idiota
¿Me querés?
Ojala tuvieses cara
Y no fueses esta cosa amorfa
Que prefiero no mirar
¿La soledad?
¿Qué soledad?
Si acá está
Cada vez que te voy a buscar
Abrazame,
Como si fuesemos algo
Vos tocás la piel suave
No ves las cicatrices
Quiero ver tus ojos,
Que cuando los miro
Dejan de ser tuyos
Ya son de ella
No, no estoy llorando
¿Me puedo esconder en tu pecho?
¿Puedo mentirte?
¿Podés mentirme?
Me llamo como quieras
Está noche decimos que soy tuya
Las dos sabemos que somos nada
Pero nos anda sobrando tanta ternura
¿Puedo cerrar los ojos?
¿Puedo hundirme en tu boca?
¿Puedo tomar otro vodka?
¿Puedo decir que sos ella?
Aunque sea por un rato...
26.9.10
25.9.10
- "ismos" con P -
Podría ser, lo es, en definitiva una cuestión de crianza. No es entendible a simple vista, podría ser lo más similar a un comienzo de insanidad mental, seguramente y con razones sobrantes se verá así desde afuera. La leche materna venía con una carga fuerte de ideología, derrotas y esperanzas. Quebradas las ansias desde un inicio es fácil pensar con la cabeza fría, un tempano mental de batallas perdidas se hundió en mí, desde el primer inicio de toda la ecuación que terminó siendo mi vida. No soy yo, no es una cuestión personal, hay que entender que dentro de mi emergen montañas de cadáveres sonrientes con tatuajes en el pecho, que cuentan una y otra vez todos los días, sus hazañas, sus males y sus razones. La soledad no existe una vez que se nace en este barro de pedantes seguridades. No soy yo, cuando me mira él, cuando me mira ella, cuando me miran desde arriba, soy ellos, ellas, soy todos. No es mi década, son todas las décadas, todos los tiempos, todos los cantos, todos los intentos. No podría luchar por mi hijos muertos mil veces en profilácticos berretas, de generaciones moribundas, al contrario, lucho por sus hijos, por mi, que soy hija de quién pensó en “mis hijos” y no pudo entregar un mundo mejor que este que aparentamos estar creando. Mi sonrisa no es mía, mi sonrisa tiene dientes ajenos que quedan seis metros bajo tierra, en fosas comunes, que ruegan por renacer para poder saltar, harapientos y llenos de venenos entonando la canción de todos, alzando sus brazos. La mayoría del tiempo todo se debe a cálculos mentales con cifras ajenas y porcentajes, la mayor parte del tiempo se hacen lista de pros y contras. Pero de golpe llega ese momento de la noche, donde el tipo que siempre se asoma a juntar los cartones que dejaste la noche anterior, te mira, te sonríe, le das un pucho, hablás dos segundos, tres frases y sabés que él, no es él, sino ellos y que vos, no sos vos, sino miles. Así empieza, con la panza llena, pensando en las vacías. De a poco, de golpe los números son caras y las listas no son tan claras y las utopías vuelven a las ganas. No hace falta saber, ni leer, ni estudiar. Para entender esta locura que atraviesa mares generacionales, solamente hay que pararse en la plaza y marearse dando vueltas, mirar el piso, sentir mil pañuelos y lágrimas por el pecho. Sentir dentro, en el alma que uno solamente es una reencarnación de otro que valió-mil-veces-más. Saber que somos venganza de pueblo embarrado, de calles de tierras, de esposas, picanas y asesinatos. Solamente falta saberse un anónimo en la historia de las ganas. Dejar las, siempre amable, auto-satisfacción y saberse prescindible, el mundo sin uno sería igual y así mismo sin nuestro encanto, sin nuestra fuerza, sin nuestro grito, no se escucharía nada. El silencio, horrendo silencio, temer al silencio, odiar al silencio, saber que en la nulidad del sonido existen susurros de noches de falcons verdes, gritos con medias en las bocas y golpes en el estómago, con palabras ahogando en la garganta mezcladas con el agua de los submarinos. Saber que la picana es un invento que un padre usó contra su hijos y que escuchar esa historia, casi mítica, pueda hacerte sangrar los oídos. Es horrible, terriblemente tortuosos dormir con las ideas y las creencias bajo la almohada, es nefasta la sensación de que ese cigarrillo en ese cenicero cuando viene la cuenta, y termina la noche, la plata en una simple diversión, daña, porque otros- comerían por menos que el gasto de esa parranda. No, nadie es feliz una vez que sabe que cada paso que se da es solamente una milésima de lo que se podría dar. No es amor propio, la facilidad de la negación tienta cuando la noche se arremete contra el cuerpo y el cansancio se sube a la sábanas. Cuando quisieras más tiempo para leer, o cuando la sensación cotidiana de culpa ahoga el pecho, sería más fácil mudarse, irse, exiliarse sin razón por otros rincones del mundo y dejar de pensar tanto, todo el tiempo, sentirlos a ellos adentro rogando por revancha. Pero, sabés, de golpe tres, cinco, quince pibe cantan, lo mismo que ellos, que vos que sos ellos, cantaban. Entonces, entendés que no están carcomiéndote a vos, no-más, sino que tienen de rehenes a otra generación, a otra multitud de hijos que mamaron leche amargada, a otro batallón de pies que pretenden seguir la marcha. La sensación de no estar sola deja de ser agría y un calor tibio empieza a subirte por la espalda. Cierto, se llora mucho, mucho en toda la batalla y hay épocas, períodos donde te vas a preguntar una y mil veces si vale la pena esta batalla, eterna y agobiante, que siempre parece tan larga. Pero cuando dos pibes te miran a los ojos y te abrazan el alma, cuando ya no le tenés miedo al barrio y sentís la magia. Cuando todo eso pasa, cuando ya no sos vos, sino que sos todos y todas los que hablan, entonces, vale la pena esta desgracia.
24.9.10
21.9.10
19.9.10
- Exageración poética -
Recuerdo desterrado al medio de la noche
Como vengativos secuases del tiempo
Me esperan abriendo el armario
Los veo, me miran: te extraño
Quién sabe cómo se juega a esto
De andar mintiendo en pos de la verdad
Sabemos que esta es la realidad
No queda más, que dejarse matar
Será la costumbre de que duela
En la madrugada me provoca a buscarte
Sabiendo que no vas a aparecer entre la gente
A pesar de que esté sufriendo por hambre
Así, luciernagas que giran
Que las manos se estrechan, se abren
Caigo en una fosa de humildad
Apoyando la cabeza en el vidrio del taxi
Adecuarse a la realidad
O irse naufragando en alcohol
Seré rebelde,
Prefiero la segunda opción.
11.9.10
Relojeandome con la vista
Dos pasos para atrás
Uno para adelante
Se podría decir que bailabas
Besala de mi parte
Amala de mi parte
Puteala de mi parte
Mirala de mi parte
De golpe el cemento
Empieza a subirme por el pecho
Ahogo,
Esto no es aire
Un cumplido,
Tres cumplidos
Otro vodka
Y la sinceridad tan fácil
Clavame la vista
Tengo claro
Que es lo único que puedo tener.
Abrí las piernas
Elegila a ella
Salí del baño
Mirame por el espejo
Viene un tequila
La simpatía a la banquina
El silencio sería un buen ejercicio
También salir a correr por la mañana.
Nunca me gustaron los consejos
Mambo de Tango
La ausencia de palabras, cuando es cómoda, puede provocar mares de futuros dolores. Pero de golpe tu sonrisa sonríe inmensa y, se me clava en la imagen, esas fauces oscuras en las que suelen convertirse tus ojos. Otra vez un tango melancólico, la frase sin dientes, vieja. Me da una sensación el cuerpo de vitalidad inminente. Empieza así, como si la cosa no pasara, como si el tiempo se tirara en la cama y pidiera una siesta. No suelo jugar a las escondidas, así que me largo a la carrera de las incomodidades y saco una palabra culposa. Como si no hubiese espacio, me devolvés la apuesta; me la redoblas, y así se declaró la guerra. El botín será, sin duda, la racionalidad, quien la secuestre primero pierde (o gana). La nombro en exceso, pero es que tengo que acordarme de que existe. Dos segundos antes. Me río, soy un manantial de ahogos en carcajadas. Respiro profundo, se caen los papeles y otra vez estallamos. Inmolemos, por qué no, qué podemos perder más allá de todo. Tocan la puerta, una, dos, tres, cuatro. Juego a la sordera. Cinco, seis, siete. Llaman al teléfono, a los cuatro timbrazos para, te miro mientras callo. Pasa, que aunque sea entre puteadas, siempre termino atendiendo. Algo de desilusión se predice en tu mirada. Las dos sabemos que no es justo, esto de andar molestando cuando queremos pedir feriado a tanta moralidad. Que cena, que no cena, que no tengo hambres pero quiero excusas. Que nada, que me río, que me devolvés la risa. Que el teléfono, la puerta, la moralidad, la vida misma nos cortó este mambo de cruel indiferencia ante los otros. Mejor no hablar de ciertas cosas. Dos segundos antes. Un reclamo encubierto de vehementes halagos. Flores y mariposas de Silvio y viva Perón. Si cruzamos la barrera del tacto se viene la hecatombe. Nunca podría y sin embargo me surge un 30 por ciento de horrible pedantería. El 70 gana, mi mente suele ser una democracia. Otra vez las perlas negras, fijas en mis puertas al mundo. Que me levanto y el tiempo se puso despertador demasiado rápido y empezó con su plusvalía típica de un marxismo duro. Somos peronistas, ocho horas de trabajo, ocho de ocio y ocho de descanso. Sí, mi general. El Pocho que nos mira, seguro y se muere de risa con la idea de que Dios exista. Más papeles, más burocracia, más trotskismo. Planeamos un bombardeo a los del norte y yo que me olvido de andar poniendo nombre. No, nunca supe completar formularios. Yo y el mundo. Dos segundo antes. Ahí andamos por las calles que tendrían que ser más largas y el mate infinito. Pero el timbre y el teléfono. Ella, cómo no, siempre. Una mezquindad en la risa nos empieza a erosionar las miradas. El pucho, último, dos frases de mierda, un beso en la mejilla y nos vemos la próxima si encontramos excusa digna para andar mintiéndonos un poco.
Ahí andás vos
Con una contradictoria predilección
Por verme sonreír
Si supieses
Los mares de otoño
Que me andan por la garganta
Así de facil /frágil
Se enfría el mate
Y se me pasa el tiempo
Ese que otras-veces...
Dejo sin terminar la frase
Porque sé que te gusta
Completame esta milonga
Melancólica y pizpireta
Dedicame esta cumbia
Pero bailamela sin vueltas
Siempre fui de andar pisandome los pies
Ahora, que todo anda para atrás
Y yo ando a las trompadas con el reloj
Me mirás
Siniestramente apetecible
Y mi idiotez empieza a reproducirse
Pero así de frágil /fácil
Se nos termina el mate
Y pasa el colectivo
Ese que otra-veces...
Dejo sin terminar la frase
Porque sé que te gusta.
Así de siniestro me percutiste el ritmo
Yo estaba con ganas de mirar / te
Y vos recitando a Julio
Ahora el humo se te escapa de la boca
Sin que te des cuenta,
Sin que se de cuenta
Yo me muero un poco
Nadie perece de amor, mujer
Sino de soledad.
Se me formó un tumor en la garganta
De tantas elecciones sin segundas vueltas.
Yo te propongo poesía
Fácil, rítmica con un poco de tango.
Vos querías algo moderno
Con energizan-tes y muchos juegos
Pero el agua a mi me gusta de día
De noche servime un vodka de la vieja escuela
Con sabor a melancolía.
Como mucho te ofrezco cumbia,
De barrio carenciado
De injusticia social.
Entiendo, que no es divertido
Andar pensando todo el día,
Será mi karma de mala puntería
Me quedo con las ganas
De despertarte con un mate peronista
Entre mimos y risas
Con letras de pintadas subversivas
Tantas ganas en la lengua
Que se me traban las palabras
Vos querías simpleza
A mi se me acaba la esperanza.
2.9.10
Soledad, se llama el juego.
Porque quiero, básicamente. Esta soledad pegajosa me permite esto, yo no la pedí, al contrario luche por mucho tiempo aferrada a creencias infantiles de que el amor podría ser temporalmente eterno. Sin embargo, heme aquí, entre la existencia más absurda y un paquete de Next, box claro. La posibilidad que me dispone esta ausencia de afecto, es en verdad, un alivio si se aprende a llevarla con encanto. Si pudiese elegir, elijo, sin pensarlo dos veces, tu perfume en la garganta, una mediodía con mates de desayuno y una noche entre poesía y tango. Pero como no tengo elección, acá me ves, escuchando música mala y música buena, entreteniéndome con películas intelectualmente incorrectas y con cigarrillos baratos. Si, de dos a tres cafés diarios y un almuerzo tardío. Me gusta este tiempo detenido donde nadie solicita mi paciencia ni mis afectos, nadie puede estar pensando o no en mi, o al menos, me permite no tener que andar elucubrando con tu discapacidad emocional. Es una suerte, si lo vemos desde este punto de vista. Es una ventaja, suprema a decir verdad, que en el mundo exista el arte. Puedo llorar y creer en el amor si me leo una buena novela de Puig. Sí, si se me canta, lloro, como lo hice, sola en casa, con Regina Spektor de fondo, como si hubiese muerto la vida en mis manos y sin anestesia: así lloro. Después me siento frente a la maquina y le escribo a Molina contándole que Valentin lo amó, a su manera y con sus mañas. Me vuelvo y apoyo contra el piso a mirar mi biblioteca y sonrío, porque mi progreso intelectual me satisface. A la noche, me acomodo cómoda y le hablo a una pantalla. Ella y yo nos entendemos, mil veces mejor que con otras tantas. La libertad me permite mirarme y sonreirme cuando la belleza, por pura casualidad, golpea a mi puerta y me regala de esas mañanas donde me levanto con la piel tersa. También puedo ser víctima, ser dejo espantoso del mundo egoísta. No necesito dar explicaciones si me lleva la tristeza empinando un vino tinto. No, tengo mis desafíos y mis desgracias sin que vayas analizando mis apuntes con la ceja levantada. Cierto, y sostengo, si pudiese elegir, comería fideos con tus ansias y me iría a dormir entre tus sábanas. Ni hablar si me amaras, si me amaras dejaría todas estas letras en una fosa común. Pero no puedo, así que esta soledad tiene su encanto, de mujer soltera, joven y digna. De amor propio con gusto dulce y cigarrillos que raspan en el fondo la garganta.
1.9.10
Todavía creo
En finales felices
No como antes,
Del “y siempre viviron…”
En hermosas broncas
En tristes reencuentros
Con cansancio a cuestas
Borracha y rota,
Decirte “quedate”
Y que te vayas
Desnuda y triste
Sola y desamparada
En mi cama.
Por pelear tanto y llegar al mismo lado
Creo en que me mires non-santa
Y que nos disfrutemos de a ratos
Que todo salga mal,
Que la noche se termine
Y como un tango triste
Te empiece a amar.
Recordándonos en las soledades
Pidiendo perdón entre vasos de alcohol
Detestando el no poder dejar/ nos