20.2.11

Dejame entrar en el enjambre de ruidos que te alumbran en el desván de recreos, en los ratos de calma entre tanto dolor guardado y terror al ojo ajeno. Quiero, pretendo, exijo empaparme de tradiciones ideológicamente incorrectas, de historias caóticamente antiguas y de horas irresponsablemente aprovechadas. Invoco a la exageración de tus pierna amplias e imponente. Reclamo excesos de agonía, risas y griterío barato, entre cafés recoletenses y flores a ocho pesos. Pretendo la opresión de tus manos solo mías, enchastradas de los dejos de pasados con dientes filosos y horas de insomnio. No cierres las puertas ni los ojos, ante el amanecer pretencioso de huesos y órganos, de microbios y bacterias, de poesías nuestras y ajena. Abrime las rodillas e instalate en mis ratos de pedantería rígida con insultos encriptados. Convertite en verso, en prosa, en texto. Dejame leerte los dientes, la lengua, los labios, las ansias y descifrar el por qué en el movimiento de tus comisuras. Desnudate de pretextos y contextos en la cercanía de la madrugada, cuando la rutina se nos apropia y renace la alegría de las sábanas. Entibiate con la saliva que me surge ante los festines de fetiches negros y regalame el martillo para romperme y recrearme ante la rigidez de tus criticas antes lo socialmente aceptado.

Acercate y alejate, con la sutileza propia de ser mía en la fantástica premisa de nacer ajena.

Quedate, por la intuición homicida de creer que este filo no corta.

1 comentario:

Flotando. dijo...

Awwwww
Sos increíbleeeee =)