5.1.10

La hoja en blanco amenazante. Llena de todas mis frustraciones, dueña de mis miedos y pesadillas. Intensa como las mejores comidas, vinos y mujeres. Igual de dolorosa como las últimas.
La quiero corromper. Pervertirla con la seducción oscura de la lapicera, que se entregue. Pero no, esa hoja en blanco me desafía con su pureza tan bien llevada.
Es la que se convertirá en el amor de mi vida dos segundo después de curtirla con las volteretas de tinta, y el peor error cinco minutos más tarde. Sintiéndome sucia por tocarla así, sacarla de su elegante blancura.
Una tortura la hoja en blanco, una dulce y retorcida tortura. Compro docenas de ellas anilladas para someterlas a la violación total de su inocencia. A veces con dos frases insignificantes, otras con un rayos de tinta sólo para quitarle su arrogancia.
Horas la contemplo hasta frustrarme por completo.
Paso a encariñarme, adorarla. Sentir que para penetrarla es necesario un diseño valioso. Merece corromperse con una mano agíl y estilizada. Con frases acidas que perduren más allá de su propia vida. Merece Cortázar, Borges, Bendetti, Sarte y Sabato. Me recibe a mi que no la merezco. Pienso cómo comenzar el tacto, el primer acercamiento y siempre resulto torpe. Me detengo y la miro con amor/odio. Vuelvo a descreer de mis palabras. Poco certeras, poco rimbombantes. Tan no a su altura.
Así empieza este odio/amor con aquel amor/odio y su superioridad y mi bajeza.
Entonces la rayo por bronca. La mato, la violo, la humillo, la corrompo con violencia inútil y perversa. Ella me mira fijo y bella. Nefastamente digna.

La hoja en blanco lo es todo. Pero lo único que quiero es destruirla.

1 comentario:

Ianthym dijo...

pero hacela mierrrrda.

xD