14.10.09

Cuanta gente sola que hoy en Buenos Aires. En ese momento donde las calles se inundan de una luz naranja amarillenta y los arboles caen muertos sin sombras.
Cuando el invierno llega rotundo y preciso, incluso en verano. Los autos frenan su paso constante y ágil. La gente se desprende del pesado maquillaje, se desalinean el pelo, se sueltan la ropa.
Ahí están con el alma en los ojos y la vista en el piso caminando mecánicamente hacía un inevitable abismo.
Tanta gente sola con los años en las manos, con los pies exhaustos y la esperanza perdida en un rincón del bolsillo. Justo ahí cuando la luna se presenta gigante, convencida de su belleza y dispuesta a tomar el cielo. Cuando el viento ofrece el milagro de la brisa y el silencio se asoma incesante desde el comienzo de la calle.
En el momento donde la vida nos deja un recreo, los veo tan solos y llenos de miedo. Llevan una mueca frustrada de la vida que eligieron y los caminos que corrieron. Veo el arrepentimiento del amor perdido y añejo en los labios de un anciano casi dormido que sueña, quizás, con volver a ser niño.
Piensan que la oscura noche los curbre, los esconde y proteje incluso de su propio resplandor lugubre, pero no, son visibles fantsdmas de la vida que pasa sin siquiera notarlo.
Son retratos sinceros de un segundo siniestro y atroz que se vislumbra solamente sin sol.
Caminan siendo el secreto que ni ellos se atreven a ser.
Entonces la noche se instala eterna y yo pienso despierta y con una suma de tristezas: Cuanta gente sola que hay en Buenos Aires.

1 comentario:

Ianthym dijo...

ah pero qué combinación de colores visualmente dolorosa que elegiste para tu blog xD




la gente a veces no está tan sola como parece.(?)